Arquitectura meteorológica

Philippe Rahm

18 Marzo 2010

Papel sobre tablas, ordenador

En una carta dirigida al Papa León X a comienzos del siglo XVI (1519), el pintor Rafael explica las diferencias de naturaleza entre las técnicas de representación del arquitecto y las del pintor. Si en el caso del arquitecto lo que primaba era el plano, para el pintor la perspectiva constituía el modo de representación fundamental. Lo que Rafael hace es asumir la distinción entre arquitectura y pintura formulada por Leon Battista Alberti, quien reclamaba para el arquitecto el plano dibujado y prohibía el uso del dibujo de perspectiva, a emplear exclusivamente por el pintor. Nos parece relevante regresar a esa distinción primordial –al plano y su creación– como punto de partida esencial en nuestro trabajo, ya que precede a todos los demás tipos de representación. Es ésta una exploración que tiene lugar dentro de la propia matriz de la forma arquitectónica y de su organización espacial, que se encuentra en el corazón de sus principios y terminología fundamentales. Pero nuestros elementos de composición ya no son los tradicionales. Van de lo visible a lo invisible, de lo sólido a lo climático. Nuestros planos están volviéndose meteorológicos.

En la actualidad, el clima se ha convertido en el objetivo principal de los arquitectos y la práctica arquitectónica está cambiando para integrar en ella el nuevo designio de salvaguardar el clima. Pero ese devenir del equilibrio climático y la protección del clima en objetivo de la arquitectura hace también posible que el clima pase a convertirse en recurso y herramienta de la misma. Así, el vocabulario meteorológico utilizado para describir los fenómenos atmosféricos (por ejemplo: convección, presión, depresiones, temperaturas, calor, humedad relativa, reverberación) pasa a ser lenguaje arquitectónico. Buscamos integrar la misión climática de la arquitectura, no sólo como el propósito de la arquitectura contemporánea; también como el proceso. La arquitectura como meteorología se abre a otras dimensiones y definiciones espaciales; a gran escala, explora las cualidades atmosféricas del espacio (temperatura, presión atmosférica, agua, vapor, luz, etc) en tanto que fenómenos físicos y químicos que guardan relación con nuevas técnicas de construcción climáticas como la ventilación, la calefacción, el aire acondicionado, el aislamiento, la radiación. A escala microscópica, está llamada a explorar nuevos campos de recepción (cutáneo, olfativo, hormonal, digerible, respirable), como percepciones biológicas y químicas relacionadas con las cualidades invisibles del entorno, como el aire, los iones, las ondas electromagnéticas, la luz o las radiaciones.

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