Instalación de sonido de 7 canales, 25′. Mâori Con la contribución de Diego Flórez
Te Huri Wai se refiere al ciclo del clima y la presencia de vientos y agua personificados según un relato antiguo del sur de Aotearoa (Nueva Zelanda). La obra de arte toma su narrativa del relato oral de Teone Taare Tikao, un tohunga (experto informado) de las tierras del pueblo Waitaha y cobra vida a través del aliento de Cathy Livermore, descendiente de Waitaha. En el mundo maorí, las personificaciones representan el mundo ‘natural’ como antepasados o miembros de la familia extendida. La narrativa de la obra presenta las fuerzas femeninas de la poderosa Hine-pu- nui-o-toka, el viento del suroeste y sus cinco hijas: Hine-aroraki que preside el vuelo de los pájaros; Hine-aroaro-pari que supervisa los ecos en los acantilados junto al mar; Hine-hauone que domina las arenas en el encuentro del océano y la tierra; hine-roroki, el viento del norte; y Hine-rotia, el occidental. Los altavoces están orientados en relación con la dirección asignada de cada viento. Otra fuente de sonido ocupa el lugar del agua. Estas ‘fuerzas’ meteorológicas se anuncian a sí mismas para que escuchemos y oigamos su presencia. Con un paisaje sonoro de Makis Faros creado especialmente para la obra como gesto de intercambio cultural. La aportación de Faros se refiere a la campiña montañosa griega y sus particulares sonidos. Diferentes elementos se unen sin superponerse e imitan la función poética de la memoria.