Instalación audiovisual
Artista: Bárbara Fluxa
Bajo las cuencas de los ríos Nalón y Caudal, en los montes asturianos, discurren kilómetros de galerías, gigantescas construcciones subterráneas, abandonadas tras el cierre de las minas, que son lentamente invadidas por el agua freática. Arriba, los castilletes que asoman sobre los árboles, marcando la entrada a los antiguos pozos, son los únicos restos que recuerdan lo que se esconde bajo tierra. El ciclo de vida del carbón conecta con diferentes escalas temporales. En la del tiempo humano se une con la historia del progreso, donde su huella se traduce en crisis y bonanza, impacto ecológico y justicia social. En la del tiempo geológico, el tiempo de la Tierra, nos traslada a hace 300 millones de años cuando los grandes bosques del Carbonífero, los primeros bosques del mundo, se convirtieron en fósiles vegetales, origen del mineral. Paisaje minado. Dibujando la destrucción de otro tiempo alude a esta superposición de mundos que aparecen y desaparecen. El grabado láser –que carboniza la materia– perfila el territorio subterráneo en forma de cartografías de pozos, mapas estratigráficos o planos de labores. “Mapas vivos”, redibujados cada día, que aparecen a los ojos profanos como jeroglíficos: una escritura enigmática que cuenta la historia de esas inmensas estructuras hundidas en el suelo, posibles monumentos futuros.