geoLAB
La obra consiste en un plato lleno de restos de desayuno y una pequeña bola negra —el “Lapillus Bug”— sobrevolando el plato como haría una mosca incapaz de decidir sobre qué sabroso bocado de comida aterrizar. Esto que aquí denominamos guijarro (significado del vocablo latino lapillus) consiste en unas partículas bombardeadas con unas ondas de frecuencia ultrabaja inaudibles para los humanos. Eso es precisamente lo que mantiene al “bicho” en el aire. En otras palabras: el secreto de su movimiento es estrictamente físico. Con ello, Kono Michinari, Takayuki Hoshi y Yasuaki Kakehi ilustran cómo es posible inyectar vida aparente en material inerte, y lo hacen de un modo que inevitablemente nos anima a comparar esas creaciones con las criaturas a las que “se parecen”. El despliegue de una tecnología cada vez más sofisticada permite crear objetos e imágenes difícilmente diferenciables del original, es decir, de cosas realmente vivas.