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La obra de Daniel Crooks se centra en cómo la imagen en movimiento reconfigura nuestra manera de percibir el tiempo y el espacio. Transcendiendo el habitual vocabulario del vídeo-arte, Crooks se remonta a tempranos experimentos fotográficos, como los realizados en su día por Eadweard Muybridge o Etienne-Jules Marey; obras científicas que intentan descomponer el movimiento en fotogramas recorriendo así, de algún modo, una dirección opuesta a la del cine. Las cinco piezas que componen Intersection proceden en todos los casos del mismo «volumen» de material videográfico. Cada vídeo constituye una variación formal que navega por un camino alternativo a través del mismo campo de luz, acompañando por ese espacio su propio «plano de imagen» a lo largo de ejes opuestos. Complejas y bellas, esas estructuras temporales revelan una sensibilidad aparentemente enfrentada al carácter prosaico de la temática. Sus imágenes digitales estiran y distorsionan la realidad al tiempo que cuestionan nuestra forma de percibirla.