Objetos encontrados, fotos y dibujos sobre cartón. Distintas medidas.
Cortesía del artista; Pepe Cobo & Cía., Madrid; Galería Nara Roesler, São Paulo; y colecciones particulares
En la temprana Revolución Científica, las clasificaciones de los museos se habían desarticulado en una miscelánea compleja de categorías difusas cuya utilidad residía más en la simbología que en la capacidad analítica para reconstruir la realidad. Como explica Susana Gómez López, «Lejos de las modernas clasificaciones de la naturaleza, no era el aspecto exterior de los objetos y seres naturales lo que les hacía ocupar un determinado lugar en el museo: animales, plantas, minerales, se presentaban en el museo como jeroglíficos que hacía falta descifrar para desvelar los secretos de la naturaleza. La tarea del coleccionista no era todavía la de recoger, catalogar, clasificar el mayor número de objetos o criaturas naturales observando sus similitudes y diferencias, sino más bien la de descubrir la trama secreta que une todas las cosas y todos los seres del mundo natural”.
El Herbario de plantas artificiales de Alberto Baraya es un trabajo de re-elaboración de las expediciones científicas, solo que en lugar de estudiar la botánica real, estudia sus reproducciones, es decir, las plantas artificiales. El proyecto reúne una colección de plantas de plástico, que el artista ha venido recolectando desde el año 2002 en distintos lugares del mundo, desde la selva amazónica hasta Nueva Zelanda, pasando por Venecia y desde luego Colombia, país de nacimiento y residencia habitual de Baraya.
El Herbario de plantas artificiales cuenta hasta el momento con alrededor de 300 taxonomizaciones formales de especímenes falsos, recolectadas en diferentes expediciones urbanas y rurales, bajo las metodologías científicas habituales de observación y clasificación. Los ejemplares se encuentran perfectamente etiquetados con los datos de lugar y fecha de recolección. Las piezas son dispuestas para su análisis y diseccionadas en forma de lámina botánica tradicional, así como también anotadas con otros datos pertinentes, escritos y dibujos.
Siguiendo los pasos de Celestino Mutis (1783–1816) y otros botánicos y científicos que acompañaban a las grandes expediciones geográficas de los siglos XVIII y XIX, Baraya adapta estos viajes exploratorios al siglo XXI, cuestionando el paradigma científico, las expediciones coloniales, la práctica de archivo y documentación, los gustos populares, así como la industria y la estética contemporánea.