Instalación. Dimensiones variables
Una ciudad no es grande hasta que el ruido de sus aviones no sea continuo. Muchas se acercan. Este ruido que fragmenta las calles y que nos hace mirar hacia arriba, en ocasiones irrumpe como elemento casi mágico, escondiéndose tras altos edificios como los diabólicos estorninos hacen entre las copas de los árboles. En esos momentos, sentimos la angustia de no encontrar la imagen, la fuente de emisión de ese ruido que nos chirría en los oídos.
Uno de los lugares más bellos de Londres es el aeropuerto de Luton. En el exterior de dicho edificio se presenta una explanada rectangular de cemento, extensión del aparcamiento, donde los fumadores nos dispersamos de forma aislada y miramos a los aviones despegar frontalmente (con esto me refiero a que parecen no tomar ninguna dirección, sino que una vez en el cielo proceden a menguar y menguar hasta desaparecer). El continuo rugir de los motores alejándose parecía calmar el alma y el perder a estos aviones de vista era un placer que nos transportaba hipnóticamente.