En la disputa por lo simbólico, el lenguaje visual se ha convertido en el principal aliado para el control, la regulación, la creación de evidencias y mitos necesarios para los procesos de interiorización del sistema de valores adscrito al sistema ideológico dominante. Esas imágenes que fomentan nuestro malestar (con nuestro cuerpo, con nuestro vecino, con nuestra poco estilizada «verdadera realidad») son las mismas que necesitamos para soportar todo esto, absortos en la lógica del deseo diferido, aceite indispensable para el funcionamiento de la maquinaria del consumo y la renuncia ideológica.
Pero hay imágenes que no facilitan una fácil respuesta a la pregunta de «¿qué tipo de imagen soy?». No es un trabajo sencillo, pero si entendemos el trabajo de la producción cultural como el de producir una imagen que rompa con la seducción, con el dejarse llevar dentro de la propaganda contemporánea, tiene el potencial de dar lugar a nuevas actitudes, y aplicarse a dinámicas sociales y educativas. En el mismo malestar que nos somete está el potencial de la subversión.
No queremos que todos seamos artistas, pero sí que seamos capaces de autorrepresentarnos.
Horario: de 16 a 20 horas
Dirigido a: profesorado de secundaria y universidad que impartan materias relacionadas con el arte y la cultura visual, educadores sociales, artistas y ciudadanos/-as preocupados por hacer otras recepciones y otras producciones audiovisuales y por los procesos de construcción de la subjetividad política a través de la imagen.