Ginebra, 1980
Desde 2005 desarrolla un proyecto de artes visuales que explora cómo invertir el deterioro inherente a nuestros intercambios con el mundo. Su proceso de creación visual se basa en elementos estructurales tan dispares como la arquitectura del Centro Pompidou-Metz y un cuarteto de cuerda de Ravel. Aunque su estrategia puede variar, desde lo espectacular hasta lo íntimo, cada proyecto está siempre enraizado en el concepto de resiliencia. Se trata de un arte enmarcado en un discurso sobre el fin de los tiempos.
Jacquet invoca desde el trabajo de la artista belga Berlinde de Bruyckere sobre las mutaciones de la materia viva a las visiones estelares del japonés Ryoichi Kurokawa y la risa sardónica de su colega suizo Jean Tinguely y sus máquinas de los años 60 diseñadas para autodestruirse.
Yannick Jacquet ha desarrollado un sutil método cinestésico que despoja al espectador de su condicionamiento mediante un proceso de inmersión. En 2016 creó la obra generativa Flow en un edificio flotante a los pies del puente Alexandre III de París. La doble investigación de Jacquet sobre el color y las nociones de tiempo y ciclos naturales le ha llevado a desarrollar un nuevo paradigma: la lentitud. La lentitud como una posible vía para el urgente restablecimiento de la sensibilidad.
