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Una topografía cultural de las Cuencas mineras Asturianas

Benjamin Weil

A lo largo de los últimos 150 años Asturias ha experimentado cambios significativos como consecuencia de la industrialización primero, y de la desindustrialización después. Con un origen profundamente rural, paisajes montañosos y duras condiciones climatológicas, la región ha estado habitada por un pueblo con gran capacidad de resistencia que, de forma gradual, fue adaptando su forma de vida a las nuevas condiciones sin dejar por ello de conservar gran parte de sus tradiciones. Y si en otras partes del mundo la Revolución Industrial trajo consigo una radical alteración del paisaje, Asturias retiene muchos de sus rasgos primigenios gracias a que, de algún modo, la industria y los pozos se han incorporado al territorio de forma mucho menos conspicua que en aquellos otros lugares a que nos referíamos. Y aunque el fenómeno ha alterado, como no podía ser de otro modo, la fisonomía del lugar, las diversas capas que se suceden en su desarrollo podrían equipararse a los estratos geológicos que a menudo surgen en el paisaje.

Como consecuencia, los entornos industriales y mineros de Asturias presentan características claramente diferenciadas frente a los de sus regiones homólogas. Conviene asimismo señalar que esa expansión tuvo lugar siguiendo un patrón más bien errático, una circunstancia que ha tenido también su efecto en la manera de ver y sentir el entorno. Como en el caso de procesos de urbanización acelerados ocurridos en otros lugares del planeta, la sensación es más de crecimiento descontrolado que de un desarrollo planificado con criterios de racionalidad. De ahí que no nos sorprenda que Sara López Arraiza y Nacho Ruiz Allén, los dos arquitectos que han explorado y cartografiado la región, hayan basado conceptualmente su proceso de trabajo en análisis de desarrollos urbanos como el de Las Vegas, una ciudad que ha crecido de forma acelerada y, por consiguiente, anárquica. Como arquitectos que observan el mundo, se remiten también a otros estudios realizados por colegas suyos en ciudades como Nueva York y Tokio, dos urbes con una rica historia de cambios y cuya morfología permite también hacer seguimiento de su evolución a lo largo del tiempo.

Pero más que una compilación en forma de libro, los dos arquitectos han optado por desarrollar una interesante aproximación que surge como un híbrido a medio camino entre la exposición convencional y el documental tridimensional. Los proyectos y objetos presentes en el espacio expositivo son fruto de una meticulosa investigación que pone en pie una topografía increíblemente densa de un entorno único. Fotos y mapas, artefactos y grabaciones sonoras se mezclan con instalaciones artísticas, filmes, bases de datos y herramientas interactivas. En ese sentido, López Arraiza y Ruiz Allén asumen el papel del comisario, pero también el del arquitecto de la información, sentando las bases para una representación exhaustiva del territorio dirigida a revelar su singularidad.

Aprendiendo de Las Cuencas, un título claramente alusivo a Learning from Las Vegas, el influyente estudio realizado por Robert Venturi, Denise Scott Brown y Steven Izenour sobre esa ciudad norteamericana, allana el terreno para una nueva comprensión del contexto asturiano, subrayando la riqueza y la especificidad de su panorama cultural, diseccionando la singularidad con la que la arquitectura vernácula tradicional ha ido modificando su función con el transcurso del tiempo para hacerse eco de las alteraciones en la forma de vida, fruto de las distintas oleadas de cambios vividas por Asturias, y proponiendo un nuevo marco interpretativo que permita comprender mejor las dinámicas de desarrollo de la zona. Formalmente, encaja sorprendentemente bien con la investigación museológica que LABoral tiene interés en promover desde el mismo día de su fundación y que se propone explorar nuevas formas al servicio de la experiencia y difusión del conocimiento.

En su conjunto, las dos exposiciones presentadas en la Sala de Exposiciones SabadellHerrero y LABoral Centro de Arte y Creación Industrial ofrecen una valiosa visión sobre un territorio que simboliza los cambios vividos por el mundo en un tiempo récord; en poco más de un siglo, lo que fue un enclave aislado se transformó en una zona pujante y de ahí pasó a sufrir un grave declive económico, a pesar de los claros indicios de riqueza cultural y de potencial renacimiento.

LABoral se honra de haber sido un firme defensor de este último aspecto así como un escaparate de esta forma singular de presentar la información, una interfaz que esperamos se convierta en una experiencia única para amplios sectores del público. Es también un placer colaborar por vez primera con la Fundación Banco Sabadell y con Sabadell Herrero, sin cuya contribución este proyecto no habría llegado a buen término. Por último, vaya mi agradecimiento a los arquitectos/comisarios por esta ilusionante aventura.