Para este proyecto, Gateshead parte del detalle a lo general. Desaprendemos para llegar a lo que hemos perdido, lo primario. De cómo está compuesto el sonido y su acción en el entorno como algo físico, capaz de modificarlo, a través de la percepción del que lo escucha. O lo que es lo mismo, la posibilidad poética de crear un mundo por un tiempo, por medio de sensaciones. Para ello, recogeremos muestras de campo, que luego descompondremos en todo su espectro para recomponer  nuevamente, dándoles relevancia a patrones que en un entorno natural puedan pasar inadvertidos, perdiendo con ellos gran cantidad de información comunicativa.

Como referencia para este desarrollo, hemos partido del estudio de la mente autista, dado su singularidad para el detalle y percepción sensorial. Por ello, además de grabar el entorno, haremos un registro de las ecoalias y sonidos emitidos por un niño TEA no verbal, buscando un patrón reconocible y con ello la intencionalidad comunicativa.

Todo lo que existe vibra, generando así un sonido, que puede no estar en el rango audible para una mente neurotípica pero sí ser percibido por un cerebro neurodiverso donde la recepción sensorial está híper desarrollada. Dicha percepción es influyente en el comportamiento de la persona neurodiversa, pudiendo cambiar su estado de ánimo, ritmo de pensamiento e incluso sentir dolor físico. Por ello, trabajaremos con esos sonidos que han quedado fuera para nosotros, dándoles relevancia y buscando una conexión entre los que surgen del entorno y los que surjan de la expresión no verbal de una persona TEA, quien seguramente esté entonando frecuencias que no somos capaces a escuchar relacionándose así con el entorno de una forma desconocida para nosotros.

Proyectos seleccionado en la II Convocatoria de Residencias Artísticas 2021