Emergentes

LABoral Centro de Arte (ed)

16 noviembre 2007

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De todos los movimientos, el cubismo es mi preferido. Por su maravillosa e incierta atmósfera de reflexión, un marco poético donde todo tenía cabida, donde el artista podía poner en práctica su intuición. – De Kooning: An American Master. Mark tevens y Annalyn Swan (Knopf 2007)

El impacto de la tecnología digital en la producción artística de nuestro tiempo se ha convertido, desde hace algunos años, como bien señala María Luisa Bellido en Arte, museos y nuevas tecnologías (Trea 2001), en algo cotidiano; algo profundo, según Bruce Wands en Art of the Digital Age (Thames & Hudson 2006), por la influencia que las nuevas tecnologías han ejercido, están ejerciendo, en los medios y soportes mas tradicionales, como la pintura, la escultura y la fotografía.

A pesar de ello existe todavía un desconocimiento de los artistas y sus creaciones que les aproxima al artista bohemio y solitario de aquellos años en que Cézanne iniciaba -tras mucha reflexión y un sentimiento de divergencia de los objetivos establecidos por los Impresionistas- un camino certero, que explorarían Picasso y Braque más tarde, entre los años 1914 y 1918, momento al que hace referencia de Kooning en la publicación arriba citada. Esa misma inmersión en experimentaciones y frecuente complicidad entre creadores es ejercida por muchos artistas de hoy; les seducen las extraordinarias posibilidades que las nuevas herramientas tecnológicas ponen a su disposición, permitiéndoles seguir la senda de la intuición. Una cierta nebulosa poética rodea los diversos géneros porque, al decir de Peter Weibel en su prólogo a la exposición Drive de Jordan Crandall (Hatje Cantz Verlag 2002), que traduzco a continuación: El arte digital actual no guarda relación con la producción de obras que establecen un vínculo con nuestra historia del arte. No le interesa buscar motivos de inspiración en la producción artística de otros tiempos, una inspiración que satisface las ansias burguesas de poseer imágenes. Imágenes que utilizarían los héroes del videoarte en los años 80.

Sin embargo, el grupo de creadores que se presentan en Emergentes utilizan tras, a menudo, largos años de investigación, nuevas técnicas, acercándonos a situaciones y procesos reflexivos complejos, muy próximos a la sensibilidad del individuo de hoy. La posibilidad de interactuar con las piezas es un aliciente más que nos recuerda la importancia de nuestras aportaciones a la sociedad de la que formamos parte. Son artistas de renombre o emergentes, pero tienen en común su origen latinoamericano. Su trabajo es frecuentemente interdisciplinar o transdisciplinar.

La exposición que, gracias a la iniciativa de Fundación Telefónica, Patrono de nuestra Fundación, se está celebrando en estos momentos en las hermosas salas de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial del Principado de Asturias, recorrerá varios 13 países latinoamericanos mostrando, a espectadores diversos, el altísimo nivel alcanzado por estos 12 creadores. Mi enhorabuena a todos los artistas participantes. Nunca olvidaré las amenas conversaciones que mantuvimos durante la instalación de las obras y en los chigres gijoneses. Su serenidad y capacidad de resolución a la hora de hacer frente a los inevitables problemas que se plantean al instalar obras de gran precisión, me admiró, mostrándome la importancia de la perseverancia. Gracias de corazón al comisario, José-Carlos Mariátegui, y a la coordinadora, Victoria Messi. Su visión ha enriquecido nuestro conocimiento de la producción artística actual.

Mi profundo agradecimiento al Patronato de la Fundación La Laboral. Sin su apoyo e implicación en sus fines y objetivos, nuestra programación sería otra, muy alejada del espíritu innovador que nos anima. El equipo de nuestro Centro sabe que valoro extraordinariamente su entusiasta dedicación, pero nunca está de más formular una de las palabras que más sentido tiene para mí: Gracias. A todas y todos, gracias.