The Sheep Market
Adoptando una forma engañosamente simple, el sitio Web de Aaron Koblin, The Sheep Market, suscita plantea diversos interrogantes sobre la producción automatizada, la inteligencia 'colectiva' y el valor del trabajo y producción artísticos.
En el siglo XVIII, Wolfgang von Kempelen creó un famoso autómata jugador de ajedrez que con el nombre de el turco mecánico recorrió Europa disfrutando de gran éxito al derrotar a los contrincantes humanos a los que se iba enfrentando.
Sin embargo, más que un ejemplo, precursor y avanzado, de inteligencia artificial, el turco era en realidad una estafa de primer orden: dentro del autómata un ajedrecista oculto controlaba su funcionamiento.
El 2 de noviembre de 2005, amazon.com lanzó su Amazon Mechanical Turk (MTurk) como parte de sus servicios Web. Como el turco mecánicooriginal, MTurk proporciona básicamente una 'interfaz' planteada para utilizar inteligencia humana en la realización de acciones o en la solución de problemas de difícil gestión por medios informáticos.
Las personas que solicitan servicios a través de la aplicación MTurk (losrequesters o solicitantes) proponen tareas de inteligencia humana Human (HITs – Human Intelligence Tasks), que serán después realizadas por las personas que decidan completarlas (workers/trabajadores oproviders/proveedores) a cambio de una suma de dinero fijada por el requester.
Aaron Koblin recurrió al servicio MTurk de amazon.com para solicitar la realización de una tarea muy simple: el "dibujo de una oveja mirando hacia la izquierda" a cambio de 0,02 dólares. Los 10.000 dibujos de ovejas resultantes se exponen en la web The Sheep Market, ofreciendo un humorístico análisis estructural sobre las diversas formas de dibujar una oveja. Los visitantes de la Web pueden ir moviendo el ratón sobre los dibujos minimizados para maximizarlos e ir recorriendo hacia atrás el proceso de composición de cada oveja por su worker respectivo.
Los propios dibujos, que forman una capa del proyecto, configuran un interesante estudio de las aproximaciones estéticas y creativas que implica el dibujo de una oveja, de lo figurativo a la abstracción. Con todo, es el uso que Koblin hace de la aplicación MTurk lo que sitúa la obra dentro del contexto del 'trabajo creativo', planteando cuestiones de mayor enjundia sobre el valor de la producción artística. Con frecuencia, los artistas que crean obras para la Red establecen un marco en el que se reciben las contribuciones de los visitantes, dando así lugar a unos proyectos participativos que derriban las barreras que separan al 'creador' del 'espectador'.
A pesar de las cuestiones relativas a la autoría que este tipo de arte suscita, es por lo general visto en forma positiva como una forma de abrir la obra a la participación y a la autoría compartida. The Sheep Market huye deliberadamente de cualquier pretensión de arte participativo: aquí se alquilan los servicios de otras personas para que lleven a cabo una tarea creativa a cambio de un salario insignificante; luego, en otra sección de la Web, el artista vende provocativamente bloques de dibujos de ovejas por 20 dólares como sellos adhesivos provistos del correspondiente certificado de autenticidad (no resulta de extrañar la cantidad de debate online generada por el proyecto).
La explotación de la fuerza de trabajo creativa, aunque sea en forma humorística, es parte integrante de este sistema de creación artística participativa. En forma contenciosa y eludiendo el posicionamiento fácil, Koblin subraya los 'valores de cambio' que se derivan de la producción cultural y de la creación colectiva. El propio 'rebaño de ovejas', que emerge aquí como metáfora de masa amorfa que sigue al guardián, se nos antoja una imagen perfecta para este tipo de exploración concreta. Con ironía y humor, The Sheep Market cuestiona la mercantilización de la 'inteligencia humana' y de la producción cultural en red.
