Coleccionando videoarte: una entrevista con Isabelle y Jean-Conrad Lemaître
Por Benjamin Weil, Comisario de la Exposición
Radicados en París, los coleccionistas Isabelle y Jean-Conrad Lemaître han residido, sin embargo, durante largo tiempo en otras ciudades, incluyendo Londres, Bruselas y Madrid. Aunque en un principio empezaron coleccionando grabados, más tarde derivaron hacia el arte contemporáneo. El inicio de su interés por el vídeo se remonta a la década de los 90; desde entonces, ese medio centra su atención. A lo largo de los últimos 18 años los Lemaître han reunido una colección de una calidad y amplitud extraordinarias que los sitúa entre los principales coleccionistas de vídeo arte del mundo.
Pero además, han desempeñado un papel esencial para convertir la feria de arte Loop en un referente y en uno de los acontecimientos dedicados al vídeo arte más respetados, formando parte de su comité artístico, que preside por Jean-Conrad. Asimismo, su pasión inagotable por el vídeo -y por otros soportes artísticos- les llevó a poner en marcha un pequeño happening estival que se celebra anualmente en Borgoña durante el mes de julio. Los Lemaître disfrutan también actuando de anfitriones de unas cenas en las que los invitados acaban visionando alguna de las piezas favoritas de la pareja en cada momento, sentados en un sofá del sótano de su hogar, una antigua cochera rehabilitada al oeste de París.
Coleccionistas hasta la médula, recorren festivales y ferias dedicados a una labor constante de busca y descubrimiento de voces novedosas e interesantes dentro del panorama del vídeo. El riesgo forma parte de su actividad, y nada parece contentarles tanto como compartir su pasión con los demás. Su generosidad nutre también las numerosas exposiciones en las que su colección ha formado parte.
Hace unos años Isabelle y Jean-Conrad lanzaron el premio Studio Collector que distingue cada año a un joven artista al que se le ofrece una residencia en Le Fresnoy, Studio National des Arts Contemporains (Estudio Nacional de Arte Contemporáneo), una institución singular ubicada en las afueras de Lille (Francia). En los últimos 15 años viene ofreciendo unas residencias de posgrado de dos años y un programa de producción, tutelado por profesionales de prestigio, que cuenta con unas modernas facilidades de producción en el ámbito de la imagen en movimiento y las formas híbridas de arte.
Benjamin Weil: ¿Cómo se iniciaron en el coleccionismo del arte en vídeo?
Isabelle y Jean-Conrad Lemaître: De siempre habíamos sido aficionados al cine, y llevábamos tiempo coleccionando. El encuentro, en 1996, con la obra de Gillian Wearing nos llevó a darnos cuenta de que podíamos combinar ambas aficiones. ¡El resto es historia!
BW: Y sin embargo, aunque podríamos, seguramente, afirmar sin temor a equivocarnos que una parte de lo que hoy denominamos vídeo emana de una escuela de cine experimental, una cosa es el cine y otra el vídeo…
I y JCL: Es evidente que hay diferencias entre el vídeo y el cine, pero también similitudes, y el cine es probablemente fuente de inspiración para los video-artistas. El vídeo bebe tanto del cine como de otras formas de imagen en movimiento y de otras modalidades artísticas.
Evitamos coleccionar obra histórica por muchas razones. Una de las principales es que nos interesa lo que el vídeo es hoy, con sus miles de referencias.
Queremos que nuestra colección refleje nuestro lugar en el tiempo. Vivimos rodeados de todo tipo de imágenes; al mismo tiempo, las herramientas para filmar, editar y presentar obra se han vuelto más accesibles. Y el hecho de que un número cada vez mayor de creadores recurran al vídeo como una herramienta más de las que utilizan para su creación artística podría ser uno de los motivos de esa fluidez cada vez mayor en la forma de producir imágenes en movimiento: el vídeo es un medio que adquiere hoy todo su sentido.
También nos atrae que el vídeo sea un medio de base temporal. Para disfrutar de él hay que invertir tiempo; de algún modo, la imagen en movimiento te impone a ti, como espectador, su propio tempo. En una época en la que todo discurre con gran rapidez, en la que todo es cambio y aceleración, resulta agradable reducir la velocidad y centrarse…
BW: Los artistas que trabajan con la imagen en movimiento exigen -cada vez más- dispositivos de reproducción de última generación y un tipo de espacio que recuerda más a la sala de cine; en otros casos, la obra debe montarse con formato de instalación, con unas dimensiones muy concretas y detalles de gran complejidad. ¿No encuentran difícil mostrar su colección en su propia casa?
I y JCL: Cuando un coleccionista particular adquiere un cuadro no consulta con el pintor en qué lugar de la casa lo van a colgar. De alguna forma, cuando una obra de arte entra en un espacio privado se vuelve parte de la cotidianidad de quien la ha adquirido. Por ello, a menos que se opte por convertir el hogar en un museo, mostrar arte en un entorno privado no tiene nada que ver con su exhibición en un espacio público.
Antes de empezar con los vídeos nos dedicamos a coleccionar grabados; los guardábamos en cajones y de tanto en tanto los sacábamos, los contemplábamos y los devolvíamos a su sitio. A veces lo hacíamos con amigos, disfrutando del acto de compartir, algo que desde el punto de vista formal conlleva un grado de intimidad con la obra, un vínculo diferente.
Con el vídeo hacemos y sentimos exactamente lo mismo. Tenemos la colección guardada en un armario y proyectamos las piezas con ayuda de nuestro “cine en casa”, también con amigos. Nos gusta ese marco específico e íntimo en el que esa acción tiene lugar. Se trata de unos momentos muy especiales.
Luego está la satisfacción de ver nuestras obras instaladas y/o proyectadas en instituciones, de ahí que nos guste prestarlas a museos y centros de arte. Dicho esto, si prestamos obras es sobre todo porque consideramos que, como coleccionistas, tenemos el deber de promover a los artistas que apoyamos. Como sabe, compramos ante todo obra de creadores emergentes, por lo que la promoción se vuelve más importante aún. Y compartir nuestra visión nos resulta también apasionante.
BW: Lo que explicaría su implicación en Loop desde el principio y su lanzamiento del premio Studio Collector hace ya unos años…
I y JCL: Ese es un elemento más de un todo. Loop es un acontecimiento importante dentro del campo del vídeo y hemos mantenido, año a año, nuestra vinculación con la feria. Del mismo modo, hemos lanzado ese pequeño festival que acogemos cada verano. Compartir información, difundir conocimiento e invitar a amigos a participar de la celebración del buen trabajo es el motor de todo lo que hacemos. Nos encanta descubrir obra nueva y compartir ese descubrimiento añade más placer incluso.
BW: ¿Es esa también su forma de adquirir obras?
I y JCL: Rastrear obra nueva es una aventura apasionante. Se trata de una actividad con la que hemos disfrutado mucho y seguimos haciéndolo. Tendemos a comprar de forma muy impulsiva e intuitiva. No obstante, nuestra mirada está hoy más educada y sabemos mejor que antes qué es lo que queremos.
Para seguir avanzando necesitamos seguir viendo obra, todo el tiempo y en todo tipo de lugares. Ahora mismo nos llegan obras de todas partes. ¡Una tarea que nunca se acaba!
