Realidad elástica: arte y espectador

Con la aparición de las nuevas tecnologías interactivas, ¿cuál es el nuevo rol del espectador? ¿Sigue siendo el 'voyeur' pasivo que solo mira? Este artículo intentará contestar a estas preguntas a través de algunas obras expuestas en la exposición 'Realidad elástica'.

Published: 09/04/2013
Realidad elástica: arte y espectador

Hand-held de David Rokeby. Foto: Marcos Morilla

Por Naiara Valdano (), Art Gossips

I. Introducción.

El pasado 15 de marzo se inauguró la exposición Realidad elástica en LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, como ya nos informo la bloguera Marta Lorenzo, My Art Diary, en su artículo Realidad elástica: un juego entre lo virtual y lo real hace unas semanas.

Con esta exposición, el centro gijonés pretende mostrar el trabajo de una serie de artistas que han experimentado con los nuevos medios tecnológicos para hacer real lo virtual. Y es que las nuevas tecnologías se han convertido en elementos fundamentales para el arte (y los artistas) de nuestros días.

Es verdad, sin embargo, que la relación del arte con la ciencia y la tecnología no es algo típico únicamente del último siglo, sino que ha existido siempre a lo largo de la historia con mayor o menor intensidad. El propio Juan Crego, profesor de audiovisuales en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco, comentó ya lo siguiente hace unos años:

“el arte occidental nunca ha estado realmente alejado de lo tecnológico, sino que ha evolucionado paralela e inseparablemente de la tecnología del momento, que desde ese punto vista siempre ha sido 'nueva'.” (1)

Tenemos que recordar como, por ejemplo, en la Grecia Antigua existía un solo término para denominar arte y técnica, tekhne. Además, aspectos como la aparición de numerosos pigmentos y colores a lo largo de los años, el desarrollo de conceptos como la perspectiva y la geometría o el nacimiento de inventos como la imprenta han ayudado al desarrollo de la historia del arte.

Pero a pesar de esto, ha sido a partir de finales del siglo XIX y principios del XX cuando la relación entre ambos ámbitos (arte y técnica) se ha hecho más evidente. De hecho, a lo largo del último siglo han nacido y se han desarrollado elementos como la fotografía, el cine, la televisión, el vídeo o internet. Estos han revolucionado rápidamente la forma no solo de representar, sino de mostrar, comunicar, diseñar e imaginar. Además han transformado las nociones tradicionales de autor, obra e, incluso, espectador.

En este pequeño artículo, nos centraremos en el nuevo rol del espectador a través del ejemplo de algunas obras artísticas expuestas en Realidad elástica.

II. Los espectadores: pasivos vs. activos

En las últimas décadas, las rápidas (y vertiginosas) innovaciones han cambiado la forma en que los propios espectadores pueden relacionarse con el arte y la cultura. Históricamente, el visitante de un museo tenía un rol fundamentalmente pasivo y sólo se dedicaba a mirar en la distancia las piezas artísticas que se exponían delante de sus ojos. Eran auténticos voyeurs que recibían información de forma unidireccional. Pero en el último siglo, el papel de los espectadores se ha modificado: las últimas innovaciones tecnológicas han ayudado a que estos sean más activos y curiosos. En las últimas décadas ha surgido incluso un nuevo arte, el llamado interactivo, en el cual se permite que el propio espectador se involucre y participe físicamente en el desarrollo de la pieza.

Con la intención de definir exactamente qué es una obra interactiva, los especialistas Mariono Sardón y Laurence Bender comentaron hace tiempo que esta “(…) debería ser pensada no tanto como un objeto clausurado con una forma dada, sino más bien como un sistema de relaciones de interacción siempre cambiante, dinámico. Durante el modelado de una obra interactiva, el artista define un conjunto de interacciones iniciales; define que se vinculará con qué y de qué modo: define reglas de juego. El vínculo, la conexión misma toma estatuto de obra dejando al participante el propio desarrollo de tales reglas de juego” (2). En resumen, una obra de este tipo es un campo abierto en el cual el espectador es protagonista principal.

En el marco de estas palabras, podríamos destacar dos obras fundamentales expuestas en Realidad elástica en las cuales la interactividad del espectador es claramente necesaria para el disfrute final de la obra (e incluso para su existencia). Estas piezas son Hand-held de David Rokeby y Tempo Scaduto de Vincent Ciciliato.

La primera de ellas es una instalación que, a primeras, sorprende al espectador ya que consiste en un espacio aparentemente vacío. Sólo revela su contenido al detectar las manos de los visitantes: cuando estas se mueven alrededor del espacio, una serie de imágenes de objetos reales como pastillas, cartas o monedas aparecen en la piel. Nuestras manos se convierten así en agentes activos con las cuales exploramos aquel mundo que en un principio se nos ocultaba.

Con esta pieza, parece que se quiere reflexionar sobre la importancia del cuerpo humano para acceder a la información y a la comunicación tecnológica: nuestras manos son importantes en la actualidad por haberse convertido casi en ramificaciones tecnológicas capaces de controlar y hacer funcionar pantallas táctiles, ordenadores, smartphones y otros aparatos (3).

La segunda obra anteriormente mencionada es Tempo Scaduto. Esta es una instalación interactiva en la cual el artista presenta una serie de escenas de asesinatos y crímenes ocurridos realmente en Palermo, Sicilia. Gracias a esta pieza, el espectador es capaz de enfrentase a una serie de escenas crueles y trágicas en las cuales es el protagonista principal: simplemente con su dedo, puede apuntar y disparar a una serie de objetivos humanos sin saber claramente si éstos han sido asesinados o no. Los participantes se encuentran ante una situación en la que debe posicionarse tanto física como intelectualmente y reflexionar sobre la moralidad del acto que esta ocurriendo ante sus ojos (4).

Como se puede ver, estas piezas presentan una nueva forma de relación entre arte y visitante en la cual la comunicación no es solo unidireccional (de la obra al espectador). Por el contrario, se busca que todos los visitantes contesten a los estímulos expuestos y se conviertan en entes activos. Por fin, el visitante ya no es un ser vacío que solo recibe información, sino que también quiere (y debe) responder, actuar y posicionarse.

Debido a este cambio de rol, el espectador pasa a convertirse en usuario ya que no sólo ve la obra desde la distancia, sino que participa en ella. El propio Rodrigo Alonso, profesor y comisario independiente, así lo refleja:

“El participante de una instalación interactiva no puede llamarse espectador. Su relación con la pieza ya no se basa en la contemplación, sino que requiere un compromiso mayor: no sólo visual o intelectual sino también físico. Las instalaciones interactivas parten de un estado potencial que no se pone en marcha hasta que alguien lo activa, manipula o interfiere. Sin las acciones concretas del visitante, la pieza permanece en un estado de latencia, en un estado germinal incapaz de completar las posibilidades de las que la ha dotado su creador. Por tal motivo, hay que hablar de usuarios y no de espectadores: los participantes de una obra interactiva deben hacer uso de ella, operarla, estimularla; de otra manera la pieza carece de todo sentido y función” (5).

Pero, aparte de este papel de usuario, también es posible pensar que este nuevo tipo de espectador es capaz de convertirse en co-autor de la propia obra que está expuesta. De hecho, muchos trabajos están prácticamente inacabados y el artista delega en el público la responsabilidad de terminar (o reinterpretar) la pieza. El mismo Alonso definió esta idea:

“en realidad se trata de una co-autoría entre el artista y el usuario: el primero establece los parámetros que proporcionan las posibilidades de interacción, el segundo actualiza esas posibilidades dando forma final a la experiencia estética. (...) De este modo, el tradicional proceso de obra de arte orientada al objeto deja lugar a la relación, lo que media entre la obra y el espectador o entre las partes formales de una obra, las cuales son constantemente redefinidas por el participante” (6).

Con estos nuevos roles, los museos e instituciones culturales tiene que abandonar las formas tradicionales de exposición y buscar nuevas vías que se adapten a las actuales necesidades de los visitantes y de las obras (y a sus nuevas formas de comunicarse). En este sentido, LABoral Centro de Arte y Creación Industrial ha sabido relacionarse con las obras tecnológicas y adaptarse a un nuevo mundo que ya esta aquí…bravo.

III. Notas

  1. Lourdes Cilleruelo y Juan Crego. Algunas cuestiones sobre arte y tecnología, publicado en Vector (E-zine) en febrero del 2003. Documento disponible en el siguiente link:
    http://www.virose.pt/vector/b_03/lourdes.html
  2. M. Sardón y L. Bender, “Una aproximación a las obras interactivas como un sistema dinámico complejo”, en Interactivos. Espacio, Información, Conectividad. Programa de Arte Interactivo I 2005. Espacio Fundación Telefónica, Buenos Aires, 2006
  3. Descripción completa de la obra en: http://www.laboralcentrodearte.org/es/recursos/obras/hand-held
    Más información: www.davidrokeby.com/handheld.html
  4. Descripción completa de la obra en http://www.laboralcentrodearte.org/es/recursos/obras/tempo-scaduto
  5. Rodrigo Alonso. “Algunas propiedades de las instalaciones interactivas”, en Interactivos. Espacio, Información, Conectividad. Programa de Arte Interactivo I 2005. Espacio Fundación Telefónica, Buenos Aires, 2006. Palabras también mencionadas en la página 20 de La dimensión educativa en los museos de arte y centros culturales, documento que se puede encontrar en el siguiente link: http://sic.conaculta.gob.mx/documentos/982.pdf
  6. Idem, p. 21.

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