Flone o la democratización del espacio aéreo

El día 3 de junio Lot Amorós, Cristina Navarro y Alex Oliver empiezan a trabajar en Plataforma 0 en su proyecto 'Flone: The Flying Phone', premiado en la convocatoria Next Things Next Spaces 2013 de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial y Telefónica i+D

Published: 03/06/2013
Flone o la democratización del espacio aéreo

Flone

Por Montaña Hurtado (@zapatosrosas), Zapatos Rosas

El afán de volar y de “conquistar” el espacio aéreo ha estado presente a lo largo de prácticamente toda la historia de la humanidad. En la memoria colectiva está la leyenda de que Dédalo e Ícaro, que cuenta cómo estos dos hermanos escaparon de la isla de Minos, fabricándose unas alas con plumas y cera y cómo Ícaro murió en su afán de querer acercarse demasiado al sol, al caer tras derretirse sus alas por el calor. Pero más allá de las leyendas y sus correspondientes interpretaciones moralistas, el primer paso hacia la verdadera conquista del espacio fue la invención de la cometa en China, en el siglo IV a.C. Utilizada inicialmente como dispositivo de señalización y comunicación militar gracias a un código de colores, supuso el primer artefacto que hizo volar a un ser humano.

A partir de aquí, se suceden una serie de acontecimientos que van desde los famosos dibujos y estudios de Leonardo da Vinci hasta la aparición de los globos aerostáticos en el siglo XVIII, los dirigibles en el siglo XIX, la construcción de los primeros aviones a principios del siglo XX, la llegada del hombre a la luna en los años 60, o el uso cada vez más generalizado  de vehículos aéreos no tripulados (drones) por parte de los gobiernos con fines más que discutibles en algunos casos.

Pero esta conquista del espacio no ha sido ni está siendo democrática y transparente a pesar de que desde la superficie terrestre y hasta los 300 metros de altura el aire es espacio público, aire público, aunque sin legislar. Y es precisamente este aire público el que el equipo de trabajo integrado por el ingeniero informático y artista transdisciplinar Lot Amorós, la ingeniera técnica Cristina Navarro y el ingeniero industrial Alexander Oliver pretenden recuperar con su proyecto Flone: The flying phone, premiado en la convocatoria de residencia Next Things - Next Spaces 2013 de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial y Telefónica I+D y seleccionado entre las más de cuarenta propuestas presentadas por un jurado integrado por Pablo Rodríguez, Oriol Lloret y Pere Labrador, de Telefónica I+D; Ramón Sangüesa, de Co-Creating Cultures / UPC; Benjamil Weil, David Dalmazzo y David Pello, de LABoral; Alicia Vieira, de ClusterTIC; y Mónica Bello, directora artística de VIDA.

La convocatoria estaba dirigida a creadores que trabajaran en la intersección del arte con las nuevas tecnologías y uno de los aspectos que se valoraban eran el uso de hardware abierto y que la obra producida pudiera ser reproducida por la sociedad, centrándose en el Internet de las Cosas y su aplicación en el arte, la arquitectura y la tecnología para plantear nuevas posibilidades en la relaciones de los ciudadanos con el espacio público de manera permanente o puntual y reflexionar sobre cómo el Internet de las Cosas, las Interacciones de Máquina a Máquina y los Espacios Inteligentes influyen en la vida de las personas tanto a nivel individual como colectivo.

Flone pretende democratizar el acceso y el uso de dispositivos voladores no tripulados a la ciudadanía, convertir en accesible el espacio aéreo a cualquier ciudadano, lugares a los que nunca pensaríamos llegar o puntos de vista que no creíamos alcanzar, algo que podría definirse como democratizar “el aire público”, aunque sus posibilidades son muchas también en el ámbito artístico y profesional. Y, ¿de qué manera puede conseguir Flone todo esto?

Flone es una “mochila” que bloquea el teléfono con una pinza y lo conecta, al mismo tiempo, con una placa Arduino IOIO o PhoneDrone a través de un cable USB. De esta forma, el Smartphone pasa a convertirse en un aparato volador autónomo con multitud de funcionalidades gracias a la combinación de sus diferentes aplicaciones (fotografía, GPS, micrófono, acelerómetros, led flash, altavoz) y a sus conexiones telemáticas (WiFi, 3G, Bluetooth). Se convierte de esta manera en un vehículo aéreo no tripulado multimedia o en una unidad de comunicación móvil con autonomía para subir hasta una altura máxima de veinte metros, bajar y girar. Puede tomar fotografías a diferentes alturas o incluso hacer fotos a 360º.

Mientras que el uso del espacio aéreo y, por lo tanto, de los drones parece estar restringido y controlado por los gobiernos, el uso cada vez más generalizado y extendido de los smartphones está propiciando nuevas formas de empoderamiento ciudadano y nuevas maneras de relacionarnos con otras personas y con nuestro propio entorno gracias a su pequeño tamaño y poco peso, a su multitud de funciones y a su capacidad de mantenernos permanentemente conectados a internet. Pero, sin duda, uno de los ámbitos en los que la proliferación de dispositivos móviles ha provocado mayor impacto es el sector de la fotografía y del vídeo y es precisamente en estos ámbitos en los que Flone pretende añadir mayores funcionalidades.

A partir del 3 de junio, Lot Amorós y Cristina Navarro se trasladarán a Gijón, donde comenzarán su residencia en la Plataforma 0 (Área de Investigación, Producción  y Recursos de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial, especializada en las intersecciones entre el arte, la ciencia, la tecnología, las industrias creativas y la sociedad), un espacio donde empezarán a trabajar en red con Alex Oliver. Una vez definidos los planteamientos del diseño físico y del software, la intención de este equipo de trabajo es que el proceso se desarrolle de manera transparente, permitiendo la incorporación de otras personas debido al carácter social y abierto del proyecto.

Durante esta primera etapa en Gijón, se fabricarán dos prototipos de Flone: uno con el Smartphone en vertical y otro con el Smartphone en horizontal y se evaluarán las ventajas y desventajas de cada configuración, además de los materiales más adecuados para su construcción. También desarrollarán el plan inicial para la aplicación de vuelo y los primeros planes y pruebas de vuelo indoor, gracias a las dimensiones de LABoral, para realizar las pruebas de estabilidad y de lectura de los sensores, para pasar posteriormente a realizar las pruebas de vuelo en exteriores. Igualmente, gracias a las condiciones que ofrece el FabLab de LABoral podrán construir y mejorar prototipo a prototipo y construir nuevas partes en caso de accidente.

En LABoral trabajarán hasta el 21 de julio y, posteriormente, en Barcelona, en Telefónica i+D se encargarán de perfeccionar el aparato, sometiéndolo a diversas pruebas de estrés en diferentes condiciones, favorables y desfavorables, para garantizar la viabilidad de su funcionamiento y su seguridad. Además, se consolidará el software y se desarrollará la aplicación para que su manejo sea intuitivo, tanto para el vuelo (automático, manual y guiado por GPS) y los aterrizajes (incluidos los de emergencia) como para la toma de fotografías, la grabación de vídeo o la subida de contenidos a la red…

En cuanto a las funcionalidades de Flone, Lot Amorós nos explica: “Socializar la producción de imágenes aéreas abre un universo de información hasta ahora solo al alcance de grandes empresas con tecnología muy costosa económica y ambientalmente. Hacerlo con un aparato que ya tienes en el bolsillo puede convertirse una revolución social, tecnológica, y ecológica.  topógrafos que quieran levantar modelos del terreno, arquitectos que quieran situar su arquitectura en el espacio real, arqueólogos que quieran evaluar sus excavaciones, grupos ambientalistas que quieran denunciar la transformación de un área, fotógrafos que buscan nuevas perspectivas, periodistas que quieran documentar eventos de gran afluencia… y es que las imágenes aéreas seducen por la densidad de información que suelen aportar, la situación de un bosque, el modelo de una ciudad o la estructura de un jardín”.

Y sobre los posibles malos usos y sus consecuencias, por ejemplo, en la privacidad de las personas (existe ropa anti drones), añade: “Queremos que las personas comprendan las posibilidades de imaginar el espacio de otra manera, que se enamoren de la herramienta, para que cuando llegue el momento de legislar el aire, las comunidades puedan erigirse como agentes activos propositivos y sean tenidas en cuenta para construir una cultura aérea basada en el compartir y no en el control”.

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